
El ahora Presidente Electo fue acompañado a recibir este
documento oficial, ante la presencia de los Magistrados, por dirigentes de los
Partidos de la Coalición ” Juntos Haremos Historia”, Partido del Trabajo (PT) y
el Partido Encuentro Social (PES).
Por tanto Andres Manuel dio un emotivo discurso:
Participo con entusiasmo y solemnidad en este importante
acto, en el cual, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, me
ha entregado la constancia que me acredita como Presidente Electo de los
Estados Unidos Mexicanos.
Antes que nada, rindo homenaje al Pueblo de México por su
evidente vocación democrática. Agradezco a los ciudadanos que depositaron en mí
su confianza y reconozco la madurez política de quienes aceptaron los
resultados electorales.
No cabe duda de que vivimos momentos realmente históricos.
Muchas han sido las enseñanzas del pasado proceso electoral, pero considero que
su saldo más importante fue la demostración de la elevada conciencia cívica y
la sólida dignidad republicana que hemos alcanzado los mexicanos.
Ha sido sorprendente y ejemplar lo acontecido el 1º de
julio; nuestra sociedad manifestó su entereza y su talento, y así lo han
reconocido otros pueblos, países y gobiernos del mundo.
Ahora nos corresponde asimilar correctamente los
sentimientos expresados por el pueblo al emitir el sufragio y ser ejecutores
escrupulosos y fieles de ese mandato.
Considero que la gente votó por un gobierno honrado y justo.
En mi interpretación, la mayoría de los ciudadanos mexicanos están hartos de la
prepotencia, el influyentismo, la deshonestidad y la ineficiencia, y desean con
toda el alma poner fin a la corrupción y a la impunidad.
Millones de compatriotas aspiran vivir en una sociedad
mejor, sin la monstruosa desigualdad económica y social que padecemos. Ha sido
muy satisfactorio constatar que incluso los sectores de clase media y no pocos
de los más acaudalados manifestaran con su voto el deseo de mejorar la
situación del prójimo y su acuerdo en el principio de que el gobierno ha de
representar a todos, pero que debe dar preferencia a los olvidados y a los más
pobres de México.
Considero que otro de los mandatos de la mayoría es el
evitar la violencia, atendiendo para ello las causas que la originan y
reformular la política de seguridad, hoy centrada casi exclusivamente en el uso
de la fuerza, a fin de construir la reconciliación nacional en el bienestar y
en la justicia.
Entre las muchas lecciones del 1º. de julio debo destacar
también una que tiene como destinatarios a los dirigentes políticos y a los
servidores públicos; es decir, a nosotros mismos: la gente votó para que exista
en México un verdadero Estado de Derecho; el pueblo quiere legalidad, no la
simulación que en la aplicación de la ley ha persistido desde el Porfiriato.
Los mexicanos votaron también para que se ponga fin a las
imposiciones y los fraudes electorales. Quieren castigo por igual para
políticos corruptos y para delincuentes comunes o de cuello blanco.
La ciudadanía plasmó en su sufragio el anhelo de que los
encargados de impartir justicia no actúen por consigna y que tengan el arrojo
de sentirse libres para aplicar sin cortapisas ni servilismos el principio de
que al margen de la ley, nada, y por encima de la ley, nadie.
En lo que a mi corresponde, en mi carácter de titular del
Ejecutivo federal actuaré con rectitud y con respeto a las potestades y la
soberanía de los otros poderes legalmente constituidos; ofrezco a ustedes,
señoras y señores magistrados, así como al resto del Poder Judicial, a los
legisladores y a todos los integrantes de las entidades autónomas del Estado,
que no habré de entrometerme de manera alguna en las resoluciones que
únicamente a ustedes competen.
En el nuevo gobierno, el Presidente de la república no
tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes; ninguna autoridad encargada
de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas
cuando esté trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus
dictámenes y habrá absoluto respeto por sus veredictos.
El Ejecutivo no será más el poder de los poderes ni buscará
someter a los otros. Cada quien actuará en el ámbito de su competencia y la
suma de los trabajos respetuosos e independientes fortalecerá a la República y
el Estado Democrático de Derecho transitará del ideal a la realidad.
No olvidemos nunca que debemos la apertura de estos nuevos
horizontes al pueblo, al pueblo soberano que está por encima de individuos,
grupos o facciones, por poderosos que sean o que parezcan.
En la elección del 1º de julio quedó demostrado que así como
el autoritarismo y la abyección envilecen y desprestigian a las instituciones,
la voluntad democrática de la ciudadanía puede renovarlas y fortalecerlas.
No desaprovechemos o desperdiciemos este momento de
condiciones políticas inmejorables para llevar a cabo la cuarta transformación
de la vida pública de México. El pueblo ha conquistado con energía y dignidad
su derecho indiscutible e indiscutido de regir sus propios destinos y de ser
gobierno.
Contamos con amplias bases de legitimidad para hacer
realidad el deseo colectivo de vivir en paz, con justicia y libertad.
Sólo me resta decir que actúo guiado por principios y soy
perseverante. Ninguna tentación me quitará la autenticidad o desviará mí camino
en la búsqueda del humanismo y la fraternidad.
Reitero: voy a cumplir todos los compromisos de campaña, no
le voy a fallar a los ciudadanos y habré de ser fiel en todos mis actos al
interés, la voluntad y el bienestar del único que manda en este país: el pueblo
de México.
¡Que viva la cuarta transformación del país!
¡Que viva la nueva república!
¡Que viva la voluntad soberana del pueblo!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
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