*** Urge Vigilancia Real en los Transportes que
Circulan por la México-Puebla ***
Ahora Exigen una Cooperación Voluntaria de 5 o
10 Pesos *** “¿Y la Policía?”
“Bien, gracias…”, es la Respuesta***
Valle de Chalco Solidaridad, Méx.- Es el
kilómetro 22 de la autopista México Puebla, a la altura
de “La Virgen”, y dos
sujetos mal encarados suben al camión de la ruta Metro Zaragoza-Hospital
Xico,
con rumbo a Valle de Chalco. En las manos llevan bolsas de papel repletas de
paletas de
dulce con tamarindo. Uno se sitúa adelante y el otro en la parte de
atrás. Su voz suena amenazante:
“Atención, señores usuarios: Nosotros no
venimos a quitarles sus celulares, carteras o relojes,
pero sí estamos exigiendo
una cooperación voluntaria de 5 o 10 pesos de todos ustedes. Tampoco
venimos con
el “choro” de que acabamos de salir del anexo o que apenas salimos de la
penitenciaría.
Nada de eso, de cualquier forma sí estamos solicitando una ayuda
económica. Ni ustedes se van a
hacer más pobres ni nosotros más ricos. A cambio
de ello, les vamos a obsequiar una paleta de
dulce con chamoy”.Los pasajeros se
miran unos a otros, azorados. En este tramo de carretera todos
los días es lo
mismo. Las jovencitas sonríen nerviosas, mientras las amas de casa y los obreros
buscan en sus bolsillos. Algunos sacan 5 pesos. Otros sólo alcanzan a juntar 3
monedas. Se las
ofrecen a los “vendedores”. Estos les lanzan miradas de
fuego.
“¿Qué hacemos?”, inquieren nerviosamente dos trabajadores. “Si nos
les damos, son capaces de
clavarnos un cuchillo. Estos no son vendedores. Son
rateros disfrazados”.
El autobús de la línea Santa María Astahuacán da vuelta
por “Puente Rojo” y se enfila a tomar
la avenida Alfredo del Mazo. Avanza medio
kilómetro y llega al cruce con la Av. Isidro Fabela.
Ahí, como surgidos de la
nada, dos individuos llenos de tatuajes, aretes y argollas suben al
camión y
prácticamente “copan” al chofer.
“¡Entrale con 20 pesos. Es el convenio!”.
El conductor los mira temeroso y de inmediato les
entrega la cantidad. A
continuación, los mozalbetes bajan del transporte y se pasan del otro
lado de la
avenida, en sentido contrario, para abordar micros y autobuses que vienen de
frente, donde realizan la misma “operación”.
“¿Quiénes son esos jóvenes”,
pregunta un pasajero al chofer de la unidad. Este, sin salir de
su estupor,
contesta vacilante: “No lo sé. No los conozco”.
En el interior de palacio, al
comentar estos episodios, empleados y funcionarios conocen la
respuesta, pero
hablan en voz baja. Uno relata: “Son de La Familia Michoacana. Suben a los
transportes para exigir el dinero que los líderes de las empresas ya pactaron
con ellos. Es preferible
que los sicarios cobren 20 pesos por corrida y no que
quemen camiones y microbuses, como
ocurrió hace algunos meses, cuando los
empresarios se negaron a entrarle con la cuota”.
Según las “fuentes”, es
preferible que los integrantes del crimen organizado se alleguen
recursos de
esta forma y no asaltando a los pasajeros, golpeados durante años por la crisis
económica.
“¿Y la Policía?”, pregunta el reportero. “Bien, gracias…”, es la
respuesta.
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