viernes, 12 de octubre de 2012

Un joven retraído que abandonó la escuela

MEX35. NOGALES (MÉXICO), 11/10/2012.- Fotografía de este miércoles, 10 de octubre de 2012, de agentes de policía que custodian la zona donde un menor mexicano fue asesinado a tiros por agentes estadounidenses en la línea fronteriza entre Nogales (Sonora, México) y la ciudad homónima en Arizona, Estados Unidos. El Gobierno mexicano expresó en un comunicado, hoy, jueves 11 de octubre de 2012, la "enérgica condena" por el "incidente ocurrido" en la frontera, en la que oficiales de la Patrulla Fronteriza dispararon sus armas de fuego que ocasionaron el fallecimiento del menor. EFE/Str

NOGALES, Sin., Notimex.- José Antonio era hijo de Araceli, de 42 años de edad, quien reside en Navojoa desde que se divorció de Román, el padre del menor asesinado. Hace tres años, el cuerpo de su padre fue localizado torturado en la carretera Ímuris-Nogales; sus propios familiares indicaron se dedicaba a negocios ilícitos, indican medios locales.

José Antonio era retraído, incluso casi no salía de su casa, por lo que se salió de la escuela secundaria. “Pero siempre estaba en paz. No tenía vicios. No usaba drogas”, dijo una mujer que recordó que su saludo y su frase siempre a flor de labios era: “Todo bien”.
El joven tenía una novia, que lo buscaba. “Lo que hayan hecho, la Patrulla Fronteriza no tenía derecho a matarlo, y menos en México”, dice llorando una mujer indignada.
Su abuela y sus tíos lo tenían a su cargo; ellos manifiestan su repudio a las acciones de la Patrulla Fronteriza y exigen justicia.
Será hasta este viernes cuando llegue a Nogales su madre, para hacer los trámites y les entreguen el cuerpo del menor.
- Catorce impactos
“¡Yo no salí de mi consultorio! ¿Para qué?”, recuerda el doctor Luis Contreras Sánchez, quien al escuchar los disparos llamó al 066 y en menos de cinco minutos la calle estaba llena de policías. El galeno contó hasta 14 balazos que recibieron las paredes de su consultorio desde diferentes direcciones, todas procedentes de Estados Unidos.
Y es que la esquina de Ingenieros e Internacional, donde tiene su consultorio, está a la orilla de la nueva valla internacional que, por su forma, permite a los agentes fronterizos disparar hacia México.
Cuando construyeron el año pasado esa valla, los voceros de EU dijeron que servía para que los agentes vieran qué pasa del lado mexicano. En la banqueta del consultorio quedó el cuerpo del joven que presuntamente intentó cruzar droga a EU. “Por aquí cruzan la droga, por la alcantarilla o se brincan el muro”, dice. Sin alarmarse, ya habituado a la violencia fronteriza, dijo que está molesto pero no interpondrá queja contra nadie.
El cerco en esta parte de la ciudad está en un cerro, unos 10 metros por arriba de las casas, por eso las balas que pegaron en las paredes tienen una línea descendente.
Los agentes estadounidenses dispararon de arriba hacia abajo y los mexicanos corrieron por la calle sin tener escapatoria, ya que además está bien iluminado por las noches. A 30 metros hay dos cámaras del gobierno estadounidense con las que monitorean la frontera.
El doctor Contreras dice que él no vio nada hasta que escuchó los disparos. “Vi, pero no vi”, dice.
Una mujer y un joven que residen en la zona comentaron que es normal que los jóvenes se acerquen a la línea internacional en ese sector. “Tienen años que llegan y a veces hasta ponen escalera para subir y bajar la droga. Es un juego del gato y el ratón, pero esta vez se pasaron de la raya”, dijo.
Tres adolescentes que dijeron ser amigos de José Antonio llegaron el mediodía de este jueves hasta donde quedó su cuerpo e intentaron encender una veladora que alguien dejó. Intentaron contar los balazos en las paredes: “...siete, ocho, nueve... pinchis migras, se ensañaron”, dijo uno de ellos.
Los niños de la escuela primaria que está a 50 metros de donde ocurrió la balacera pasaban mirando la mancha de sangre, dando un salto, pero sin alarmarse por nada.

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