lunes, 26 de noviembre de 2012

Habitantes de Oztolotepec piden alto a la inseguridad

Algunos de los pobladores aseguran que la presencia de La Familia Michoacana tiene asolada a la región, pese a su cercanía con la capital mexiquense
 
OTZOLOTEPEC, Méx.— Aquí en Oztolotepec la gente tiene miedo. Las historias de madres amarradas mientras sus viviendas son saqueadas por desconocidos, secuestros a plena luz del día, jóvenes que regresan de la escuela bañados en sangre, o de continuos abusos y extorsiones al comercio, van y vienen de boca en boca, de calle en calle. De miedo en miedo.
Por eso el pasado jueves, dice doña Alejandra, la gente decidió hacer algo para manifestar su hartazgo y exigir un alto a la ola de violencia y de inseguridad que afecta al poblado desde hace más de seis meses.
Pero el temor con la indignación alcanzaron su punto más alto aquí, cuando el pasado fin de semana se corrió la voz en todo el pueblo de que dos jóvenes habían desaparecido. Una llamada Lluvia, de 17 años, apareció más tarde tras haber sufrido actos libidinosos mientras viajaba a bordo de un autobús urbano. El sujeto responsable fue más tarde detenido y encarcelado, pero a Giselle, la segunda estudiante, no se le volvió a ver con vida.
Días más tarde, su cuerpo apareció abandonado a las riberas del Río Lerma, con claras señales de haber sido tortura y violada y sin rastro alguno de sus órganos internos, los cuales fueron extraídos brutalmente.
Por eso la gente tiene miedo. Por eso el pasado jueves, vecinos procedentes de la comunidad de la que era originaria Giselle se plantaron desde muy temprano frente al palacio municipal para exigir el esclarecimiento de este crimen que tiene paralizada a la población.
En la explanada, mientras esperan la llegada de autoridades que les escuchen, los vecinos de Otzolotepec, localizado a sólo 30 minutos de Toluca, comparten sus historias.
Doña Laura asegura que hace unas semanas, una de sus vecinas, quien tiene un bebé de sólo meses, fue golpeada y amarrada, junto con el niño, al pie de su cama, mientras unos sujetos saqueaban su casa. Nadie se dio cuenta del hecho sino hasta horas más tarde, cuando la señora pedía gritos auxilio.
También está el caso de Doña Mari, cuyos hijos de 16 y 17 años fueron salvajemente golpeados por una pandilla que opera en la zona. La señora cuenta que debido a su difícil situación económica presionó a las autoridades para que los responsables fueran obligados a pagarle las curaciones de sus hijos, para lo cual tuvo que ir y venir muchas veces al palacio municipal y presionar y acusar a autoridades municipales.
Pero también están las extorsiones al comercio establecido, los cuales en algunos casos, se han visto obligados a cerrar ante las presiones de grupos delictivos que de vez en vez pasan a pedir “el pago de derecho de piso”; o las de pequeños comerciantes o empresarios que son secuestrados a plena luz del día.
Algunos de los pobladores aseguran que la presencia de La Familia Michoacana tiene asolada a la región, pese a su cercanía con la capital mexiquense.
Las historias no paran en aquí. Pero el miedo tampoco.

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