viernes, 8 de marzo de 2013

Impulsemos un verdadero festejo




Por. Lourdes Serrano










Afinales de julio de 2012, con tan sólo nueve años de edad, María Flor Vázquez Díaz, fue desaparecida y dos días después encontrada muerta con señales de violación y varias puñaladas en su cuerpo.

Ocho meses después, su madre, una indígena de 48 años de nombre Micaela Díaz López, llegó hasta las puertas de Palacio de Gobierno -ese edifico gris hermético y frio- para denunciar que los responsables y probables asesinos continúan libres.
Casos como éste comienzan a ser, desde hace unos años cada vez más recurrentes en la realidad cotidiana, por ello,  la Comisión de Equidad de Género del Congreso  planteó hace unos días “declarar alerta de género” ante el aumento de los feminicidios.
El número de muertes dolosas provocadas a mujeres inundan las páginas de los diarios pero la Procuraduría General de Justicia, reconoce sólo algunos  feminicidios, con el argumento de que este tipo de crímenes deben reunir ciertas características que según las autoridades  no existen en todos los casos.
Activistas y defensoras han solicitado  declarar la alerta de género.
La violencia contra la mujer sigue siendo un pendiente importante y lejos de disminuir se ha recrudecido.


Sólo discursos optimistas
y anuncios políticos

Desde 1975, el Día Internacional de la Mujer se celebra cada 8 de marzo para conmemorar la lucha histórica de este sector por mejorar sus condiciones vida. Sin embargo, en la actualidad, las carencias y desigualdades prevalecen.
 Únicamente el 50 por ciento de las leyes en favor de las mujeres se han cumplido, hablando de lo que ya se encuentra legislado. Ante esta situación opina que es necesario homogenizar las leyes  con tratados internacionales y acuerdos a nivel federal.
Un reciente estudio de la Organización de las Naciones Unidas titulado Las Mujeres en el Mundo: Tendencias y Estadísticas, confirma que en todo el planeta prevalece la violencia contra las mujeres.

Sin embargo, la tibieza y la desgastada retórica parecen  desligadar a los politicos  de las problemáticas reales de las mujeres que, ni siquiera las conocen.
Según datos de las últimas encuestas nacionales sobre la dinámica de las relaciones en el hogar del INEGI, tomando la opinión de mujeres de 15 años en adelante, el 47.5 por ciento de las que tienen pareja considera que una buena esposa debe obedecer al cónyuge en todo lo que este ordene.
Asimismo, el 47 por ciento asegura que ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su compañero sentimental. La violencia física se da más en aquellas mujeres que son económicamente dependientes de su pareja; la emocional, por la contra, sucede en las que trabajan fuera de casa.

Explotación y marginación,
dolorosa realidad

La labor de la mujer en el hogar es un tema poco reconocido, visibilizado y mucho menos remunerado.
La Procuraduría General del Consumidor calcula entre 25 y 40 mil pesos al mes el pago que debería darse a un ama de casa por su labor.
La cifra es la suma del costo por limpieza de hogar, lavado y planchado, lavado de trastes, elaboración de comida, realización de trámites y pagos, costura, reparaciones, administración de economía doméstica, jardinería y cuidado de personas seniles, enfermas, niños y bebes.
De acuerdo a la Encuesta Nacional Sobre Uso de Tiempo del Inegi, las mujeres dedican 42.3 horas a la semana en promedio a las labores del hogar; los hombres solo 15.2.
En cocinar alimentos invierten 9 horas y 30 minutos semanales mientras que los hombres 3 horas y 12 minutos.
En limpiar la vivienda 9.3 horas a la semana y 3.4 horas, respectivamente.
Y en compras 2.7 horas por 2.3 horas, de acuerdo al mismo criterio.
Lo anterior contrasta con el tiempo que se dedica a recreación, aquí los hombres llevan delantera participando en un 18.6% de las mismas por 13.9% de participación de las mujeres.
De lo anterior surge una pregunta que pocas veces nos hacemos: ¿Cómo se manifiesta el machismo en nuestra vida diaria?
Personalmente pude responderla y entender el grado que este modelo afecta por un escenario que me planteó un sicoterapeuta.
“¿Qué pasa si en un matrimonio administramos equitativamente las tareas del hogar? Solo lograríamos eso, una administración equitativa que inconscientemente gratifica al varón y castiga a la mujer.”
Mientras a uno le sobrevalora su participación denigra a la otra por no cumplir cabalmente “su rol”; incluso si ambos tienen actividades similares profesionales y laborales.”, expuso el experto.
Este ejemplo es, en resumen, la materialización del modelo machista que puede tornarse tradicional o peligroso desde la visión terapéutica.
El primero -hasta cierto punto sano- se identifica en zonas rurales donde la familia divide respeta y reconoce equitativamente sus actividades, permitiendo con ello el equilibrio de poder.
Mientras la mujer cocina y cuida a los hijos, el hombre provee recursos para su manutención e inculcar valores a sus vástagos. Ambos reciben un reconocimiento mutuo y social por eso.
En familias urbanas se da una distorsión de este modelo pues el contexto competitivo actual exige a la mujer, además, su desarrollo profesional sin un reconocimiento tácito.
Ejemplo: Un hombre por presumir múltiples actividades y su participación en el hogar será aplaudido; una mujer, por lo mismo, si bien le va es que se lo reconozcan como mérito y no como obligación.
De aquí la importancia de revalorizar el trabajo femenino en el hogar.
¿Es posible?, La respuesta es positiva.
El Instituto de las Mujeres y otras organizaciones civiles está impulsando legislaciones en la materia de acuerdo a convenios que el Estado Mexicano ha establecido con la Organización Internacional del Trabajo.
Así, a manera de conclusión, se advierte una urgente necesidad de replantear el modelo familiar y de sensibilizar a la población sobre el tema del machismo, a fin de hacer conciencia del grave daño que este causa, particularmente, a las mujeres.
Y es que, ante tal situación muchas de ellas sufren en lo oculto problemas como depresión emocional y frustración que en casos extremos conducen al suicidio y en los menores al alcoholismo y la drogadicción.
Basta revisar las cifras de estos problemas de salud pública para magnificar el impacto que han tenido en el sector femenino.
En ese tenor es vital el rediseño de políticas públicas existentes y el diseño de nuevas con enfoque transversal que incidan directamente al acontecer diario de las familias mexicanas.
Desde el sector educativo se deben promover valores en las nuevas generaciones que fomenten la equidad de género, tarea fundamental no solo de los hombres como se piensa sino de las mujeres, donde muchas veces se alberga dicho pensamiento.
El sector económico por su parte debe hacer un análisis a conciencia del importante papel que representan las labores del hogar y dignificarlas a través de prestaciones sociales y/o emolumentos (monetarios o en especie) a todas aquellas mujeres que sirven en su hogar.
En tanto todos y cada uno día a día debemos preguntarnos ¿Cómo se manifiesta el machismo en mi vida diaria y como afecta esto para la construcción de una sociedad más justa y equitativa?

No hay comentarios:

Publicar un comentario