La sede del PRI en el Estado de México es un gran edificio
de tres pisos. Dos enormes retratos reciben a los visitantes. Uno del
gobernador Eruviel Ávila y el otro de Enrique Peña Nieto, el segundo mexiquense
en conquistar la presidencia desde 1964. En la planta baja del Comité Ejecutivo
Estatal hay una tienda que vende las chamarras y chalecos rojos que los
militantes de la organización portan con orgullo en los mítines. En el segundo
nivel el culto al líder se acentúa. La decoración está conformada principalmente
por enormes fotografías del gobernador Ávila inaugurando obras. Pero el tercer
piso anuncia un cambio. Las imágenes de Eruviel han sido sustituidas por
televisores que reproducen imágenes del candidato al Gobierno del Estado de
México abrazando gente en diversos eventos. Alfredo del Mazo Maza (Toluca,
1975) ocupa una oficina impersonal y casi vacía que bullirá rumbo al arranque
de la campaña, el 3 de abril.
Del Mazo se ha convertido en el caballero que deberá dar
para el tricolor la madre de todas las batallas. “Para el PRI es fundamental el
Estado de México”, afirma el candidato. La entidad es uno de los últimos
bastiones del partido. Lo ha gobernado de forma ininterrumpida por más de
noventa años. Es el estado más poblado del país con 17 millones de habitantes,
entre ellos cinco millones de estudiantes. También tiene un peso político
porque su padrón electoral supera las once millones de personas. Algunos
cálculos estiman que medio millón de personas arriba cada año a esta región
colindante con la Ciudad de México.
El abanderado tendrá a su disposición una potente estructura
supera el millón de militantes para defender el Estado de México. Otra de sus
armas será su apellido. Alfredo del Mazo Maza es parte de la aristocracia que
ha dirigido el destino de la entidad desde hace 70 años. Es nieto de Alfredo
del Mazo Vélez, gobernador del Estado de México entre 1945 y 1951. Su padre,
Alfredo del Mazo González, también lo rigió en la década de los ochenta. A sus
41 años, Del Mazo Maza no lo tendrá fácil para extender el dominio político de
su dinastía.
“La gente está buscando un cambio de muchas cosas, ese
cambio se los puedo dar yo”, anuncia. El político reconoce que el PRI está por
enfrentar la elección más competida de su historia en el Estado de México. Hace
seis años el partido arrasó con tres millones de votos (65%) triplicando al
segundo lugar, el PRD (22%). Los sondeos de cara a las elecciones del 4 de
junio afirman que el PRI arranca con una ligera ventaja sobre Josefina Vázquez
Mota (PAN) y Delfina Gómez (Morena). Del Mazo trata de utilizar la idea del
cambio en su favor. “Yo sé dar un cambio con responsabilidad conservando las
cosas buenas que se han hecho pero atendiendo lo que hay pendiente:
inseguridad, temas de transporte y movilidad y de generación de empleos. Yo sí
sé cómo resolverlos”.
El candidato viste una camisa a cuadros y vaqueros. Sus
respuestas son breves y concretas. A lo largo de la entrevista evita nombrar
dos personajes que influirán en la elección de junio: Enrique Peña Nieto y
Andrés Manuel López Obrador. El presidente de México es primo tercero del
aspirante del PRI. El padre de Peña Nieto era sobrino del gobernador Del Mazo
Vélez. La oposición intenta convertir la elección del Estado de México en un
referendo al Gobierno de Peña Nieto, que tiene una aprobación de 12%. Pero el
PRI pretende evitar en el proceso hablar de la gestión del mandatario y
concentrarse en la Administración de Eruviel Ávila. “En el mundo hay un entorno
muy crítico hacia los sistemas y hacia los gobiernos… En el caso del Estado de
México lo que hay que ver es lo que puedo hacer yo como persona”.
Los mexiquenses deben tener muy claro quien está utilizando
al estado como un botín electoral y quien quiere servir al Estado de México
Del Mazo no solo tendrá que remar contra la impopularidad
del presidente y los aires de cambio. También tendrá que evitar el avance de
López Obrador en un territorio esencial rumbo a las presidenciales del próximo
año. El dirigente de Morena ha intensificado su presencia en el Estado de
México, donde ha pasado hasta cuatro días a la semana. “Los mexiquenses deben
tener muy claro quien está utilizando al estado como un botín electoral y
plataforma hacia 2018 y quien, como yo, quiere servir al Estado de México”,
afirma el candidato. Las elecciones locales se convertirán en un buen termómetro
del fenómeno López Obrador, que en 2012 consiguió el segundo sitio con 2.3
millones de votos, 600.000 menos que Peña Nieto.
López Obrador ha elegido como candidata de Morena a la
antítesis de Del Mazo. Delfina Gómez es una maestra de escuela, hija de un
albañil, que ganó para la izquierda una diputación federal y la alcaldía de
Texcoco, una zona de clase media baja al oriente de Ciudad de México. La
abanderada contrasta con la trayectoria de Del Mazo, de tez blanca,
exfuncionario en el gobierno federal y estatal, también diputado federal y
alcalde por Huixquilucan, la zona de clase media alta al poniente de la
capital.
Del Mazo habla de la alternancia como si fuera una medicina
que el Estado de México debe evitar. Asegura que 119 de 125 municipios ya han
vivido gobiernos de partidos diferentes del PRI. “Los resultados no son buenos.
Están los ejemplos de varios municipios grandes que hoy gobiernan el PAN, el
PRD e incluso Morena. ¿Quién tiene la capacidad, la experiencia, el talento y
la formación para construir mejores oportunidades?”, cuestiona de forma
retórica. “Veamos los perfiles de quienes estamos aspirando”, agrega.
A espaldas del candidato ya es noche cerrada en Toluca. Los
coches transitan por la avenida que bordea el Comité Ejecutivo Nacional del
PRI. El nombre de la vía es Alfredo del Mazo.
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