Raul Flores Martinez

Esa famosa multihomicida que fue bautizada como la
“Degolladora” de Chimalhuacán; para muchos podría ser un gran trabajo de la
PGJEM, sin embargo hay cosas que no terminan por convencerme, no terminan por
asegurarme que la chica detenida sea la verdadera “Degolladora”.
Es decir que tengo dudas de que Itzel Nayeli García Montaño,
la supuesta “Degolladora” a quien relaciona la Procuraduría General de Justicia
del Estado de México con las agresiones y homicidios registrados en el
municipio de Chimalhuacán, fue vinculada a proceso por tentativa de homicidio,
por un caso ocurrido el 13 de septiembre en el Distrito Federal.
Ahora le achacan 10 ataques más contra personas del mismo
municipio; 10 agresiones contra personas de mayor estatura y fuerza que esta joven.
El argumento es una denuncia de su ex pareja sentimental que el denuncio por un
supuesto ataque.
Hasta el momento he consultado a Gabriel Regino, abogado y
expertos en temas de seguridad, al igual que a Jorge Fernández Menéndez,
experto en temas de seguridad y crimen organizados; además de consultar con una
maestra en Criminología, como Samantha Guardiola actualmente funcionaria de la
PGR, también repase una entrevista que le hice al investigador del Instituto
Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) Martín Gabriel Barrón Cruz, Maestro en
Ciencias Penales con especialidad en Criminología sobre asesinos seriales y su
modus operandi.
Por separado descartan que esta joven sea la asesina serial
que se dice, “no cubre el perfil”; además de que los elementos de la PGJEM no
trabajaron las líneas de investigación requerida para estos tipos de casos; por
demás sabemos que estos policías la mayoría hechos al vapor y en la calle no
cubren los estándares requeridos a nivel internacional.
De acuerdo con algunas policías internacionales como
Scotland Yard, para cualquier investigación se deben de seguir 7 líneas de investigación,
incluyendo la territorialidad que exhibe el modus operandi de los delincuentes
que tienen un patrón para llevar a cabo sus delitos.
En el caso de Itzel Nayelli, no se tenía un patrón o modus
operandi, el argumento que mencionar las autoridades ministeriales, es una
adición a un inhalante y una denuncia de una pareja sentimental.
Esas acusaciones son demasiado frágiles para un caso de
género psicosis entre la población de un municipio atacado por la inseguridad y
el mandato de la organización Antorcha Campesina que pudo haber obligado a las
autoridades a detener a la peligrosa homicida, sin tomar en cuenta una
investigación que jamás se dará a conocer.
Quizá estemos frente a un caso más de la detención de un
chivo expiatorio para frenar los ataques de una organización que día a día se
fortalece al oriente del Estado de México
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